sábado, 15 de junio de 2019

Cuidado con lo que escucha

Cuidado con lo que escucha 


En las últimas décadas, el estrés se ha convertido en la mayor pesadilla de la población, quizás por el acelerado ritmo de vida, el exceso de trabajo, estudios o las preocupaciones. Escuchar música puede ser una buena opción para relajarse, pero, según advierten los expertos, se debe tener cuidado con el género a elegir, porque éste puede llegar a afectar el comportamiento, sobre todo el de los jóvenes, que son los más vulnerables.

En la República Dominicana se ha puesto muy de moda el género dembow, el cual es preferido especialmente por la juventud. Se caracteriza por su jerga, el doble sentido de sus letras y un erótico baile que incita al sexo, para muchos. Pero los jóvenes, especialmente los de sectores marginados, también prefieren escuchar el reggaetón, dancehall, el hip hop y la salsa (la de intérpretes dominicanos), porque utilizan un tipo de expresión cruda y directa.

Para el psiquiatra Secundino Palacios, la música siempre ha sido un mecanismo para inducir a los pueblos, ya sea al amor, a la paz, a la violencia o al odio, y dependiendo del contenido puede tener un impacto devastador para quienes la escuchen, sobre todo para la clase joven que está en un proceso de desarrollo.

“Un joven o una joven que escucha música con un contenido poético humanístico, tierno, de solidaridad, de amor, de paz, es una persona que se va a sensibilizar y va a ser mejor ciudadano”, manifiesta Palacios.

Atendiendo al impacto que puede tener la música sobre la juventud, el experto considera que es de suma importancia que en el país se vuelva a exigir que cada composición musical tenga mensajes y contenidos humanísticos que estimulen el amar y la solidaridad.

Entiende que en el país hay espacio para el llamado género urbano, como el bembow y el reggaetón, pero que debe cambiar su estructura por una poética llena de mensajes que inciten a la solidaridad, la ternura y al buen vivir.

A juicio de Palacios, los intérpretes de música urbana, en su mayoría, incitan a la violencia, al desprecio, odio y al resentimiento; antivalores que hacen mucho daño a los jóvenes, sobre todo a los que están en proceso de crecimiento y formación. Dice que esto es lo que busca el narcotráfico para crear una sociedad violenta, para así incrementar el comercio de las armas, la venta de drogas y para destruir la condición humana. “Un joven que pasa tres horas escuchando esa música, algunos conceptos malos le quedan en la cabeza, en su cerebro, versus el joven que está tres horas escuchando una buena música con un gran contenido humanístico, poético, de ternura, de solidaridad, de amor, algo le queda en la cabeza”, comparó el también psicoterapeuta.

El especialista sostiene que ese género musical no debe ser reprimido, sino, que debe ser orientado para que sus intérpretes utilicen contenidos que induzcan al crecimiento humano, psicológico, social y emocional. “Deben tener un mensaje de bien, que les hagan ser mejores ciudadanos, mejores hijos, mejores esposos, mejores hermanos, mejores vecinos, en definitiva, mejores seres humanos para la humanidad”, sugirió el psicólogo.

Considera que el uso de las bellas artes, estimulada desde la escuela, desde los primeros años de vida del niño, da un ser humano más tierno, respetuoso de la sociedad, de las normas de convivencias y de los derechos de los demás seres humanos.

Dagoberto Tejeda: “música de calle” es una forma de expresión

Sin embargo, el sociólogo y folclorista Dagoberto Tejeda Ortiz, difiere de estas declaraciones y considera que la llamada “música de calle”, no es más que una forma de expresión, de protesta y resistencia en la que los jóvenes buscan su identidad.

Entiende que este tipo de música es un refugio, debido a que, a su juicio, los jóvenes son excluidos socialmente, carecen de oportunidades, no tienen nada que buscar y es el único camino que tienen de mostrar su inconformidad con la sociedad actual.

“La violación de estas normas a nivel de lenguaje y de los gestos, es una manera de protestar de los jóvenes, es una manera de rebeldía, es una búsqueda de su propia identidad. Por lo tanto, yo respeto completamente las expresiones de los jóvenes, de manera que ninguna yo las condeno”, sostuvo el sociólogo.

Tejeda rechazó que la música que prefieren los jóvenes en la actualidad los incite a desviarse de su camino o a la violencia, y consideró que son manifestaciones transitorias que se transforman en la medida en que cambian las condiciones y la naturaleza de la sociedad.

A juicio del sociólogo, dentro del pueblo dominicano existe “un falso puritanismo” de quienes reaccionan de manera negativa condenando las expresiones propias de la juventud que consume y vive del dembow, cuando la sociedad de hoy día está plagada de violencia y agresividad. “Ellos simplemente están dando una especie de reacción ante una sociedad de inequidad, una sociedad de desigualdad, una sociedad de apariencia, de hipocresía, de impunidad. No podemos pedirles a los jóvenes lo que nosotros no somos capaces de ofrecerles como sociedad a nivel de comportamiento”, se quejó Tejeda.

Llamó a la compresión y al diálogo para que los jóvenes puedan buscar su propio camino, debido a que entiende que cada época tiene su propia expresión.

Lo expresado por el sociólogo coincide con lo expuesto por Juliver Fabián, de 22 de años, residente en el sector Engombe, del municipio Santo Domingo Oeste, quien prefiere escuchar la música rap y hip hop.

“La escucho porque esa música creció en los barrios y lo veo como una forma de protestar por las cosas malas de nuestro sistema. Esta música contiene mucha letra y poesía”, expresa el joven estudiante de Agrimensura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD-.

Considera que tanto el rap y el hip hop como sus intérpretes tienen actitud y son revolucionarios.

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